Cuando fallecía alguien se le velaba en casa y venían los vecinos a rezar el rosario. Unos cuantos mozos se quedaban toda la noche a acompañar al muerto. El día del funeral el cura bajaba a buscar al fallecido y luego salían todos juntos hacia la iglesia. Había funerales de primera, de segunda y de tercera. En los de primera solían ir más de nueve curas.